miércoles, 3 de julio de 2019

Tecnología y Voluntad

Nuestros terminales móviles inteligentes suelen tener en la gran mayoría de los casos aplicaciones que nos permiten hacer infinidad de cosas útiles para nuestra vida diaria. Hoy escribo este artículo después de olvidar mi teléfono móvil en casa y por tanto, tomando consciencia de la carencia de tener acceso instantáneo a esas aplicaciones útiles que manejo en mi día a día, el correo, el Whatsapp, los contactos.

Si lo tienes bien organizado, la mayoría de sus funcionalidades son accesibles mediante un navegador web desde un ordenador, ya que "la nube" (internet) es donde está lo que utilizamos. El móvil "sólo" es un dispositivo más desde el que podemos acceder a lo que necesitamos. La diferencia es que el móvil nos permite acceder a todo ello de forma inmediata, independientemente del lugar en el que nos encontremos (siempre que tengamos cobertura y batería).

Pues bien, lo que yo interpreto sobre lo que dicen los expertos sobre esto, es que ese acceso instantáneo a nuestro móvil y las aplicaciones que tenemos en el mismo, con toda esa cantidad de notificaciones casi permanentes, nos dan una sensación de gratificación (liberación de dopamina) cada vez que descubrimos lo que alguien (amigo, conocido, seguidor, contacto, empresa) tiene que contarnos.

Eso que nos cuenta nuestro móvil, puede ser un like, un mensaje de Whatsapp, un correo, etc. Como para todo, habrá personas que estas notificaciones, les den más o menos igual y otras que cada vez que les llega una notificación, no puedan aguantar el deseo de descubrir qué o quién requiere su atención. Me atrevo a decir que nuestros hijos están más en esta categoría que en la primera. Esto tiene también mucha relación con este otro artículo del blog y el vídeo al que se refiere.

Y es esto último, junto con la lectura del libro "La conquista de la Voluntad" de Enrique Rojas, lo que me ha empujado a escribir este artículo. Una de las ideas que más me atrae del libro es que debemos distinguir voluntad y deseo. La voluntad tiene relación, entre otras cosas, con hacer más lo que queremos y menos lo que deseamos y también con ser capaces de diferir nuestras recompensas, o lo que es lo mismo aprender a esperar.

En este vídeo, se explica esto muy bien y viene a decir que uno de los factores importantes para tener éxito en la vida, es ser capaces de diferir nuestras recompensas, o lo que es lo mismo, saber esperar, tener una voluntad más fuerte, que viene a ser lo mismo que transmite el citado libro de Enrique Rojas, cuya lectura recomiendo.

En conclusión, creo que debemos fomentar en nuestros hijos ese ejercicio de la paciencia y entrenamiento de su voluntad, de una forma complementaria al uso de la tecnología, lo que no quiere decir no hacer uso de ella, sino ser conscientes de que la tecnología sola con su "instantaneidad" no es el mejor aliado para cultivar la necesaria voluntad para tener éxito en la vida.

viernes, 18 de enero de 2019

Niños vacíos

Me llegó por internet a través de WhatsApp este artículo del Dr. Luis Rojas Marcos, que comparto pues invita a la reflexión. 

Hay una tragedia silenciosa que se está desarrollando hoy por hoy en nuestros hogares, y concierne a nuestras más preciosas joyas: nuestros hijos. ¡Nuestros hijos están en un estado emocional devastador! En los últimos 15 años, los investigadores nos han regalado estadísticas cada vez más alarmantes sobre un aumento agudo y constante de enfermedad mental infantil que ahora está alcanzando proporciones epidémicas:

Las estadísticas no mienten:

• 1 de cada 5 niños tiene problemas de salud mental
• Se ha notado un aumento del 43% en el TDAH
• Se ha notado un aumento del 37% en la depresión adolescente
• Se ha notado un aumento del 200% en la tasa de suicidios en niños de 10 a 14 años

¿Qué es lo que está pasando y qué estamos haciendo mal?

Los niños de hoy están siendo sobre-estimulados y sobre-regalados de objetos materiales, pero están privados de los fundamentos de una infancia sana, tales como:

• Padres emocionalmente disponibles
• Limites claramente definidos
• Responsabilidades
• Nutrición equilibrada y un sueño adecuado
• Movimiento en general pero especialmente al aire libre
• Juego creativo, interacción social, oportunidades de juego no estructurados y espacios para el aburrimiento

En cambio, estos últimos años se los ha llenado a los niños de:

• Padres distraídos digitalmente
• Padres indulgentes y permisivos que dejan que los niños "gobiernen el mundo" y sean quienes pongan las reglas
• Un sentido de derecho, de merecerlo todo sin ganárselo o ser responsable de obtenerlo 
• Sueño inadecuado y nutrición desequilibrada
• Un estilo de vida sedentario
• Estimulación sin fin, niñeras tecnológicas, gratificación instantánea y ausencia de momentos aburridos

¿Qué hacer?

Si queremos que nuestros hijos sean individuos felices y saludables, tenemos que despertar y volver a lo básico. ¡Todavía es posible! Muchas familias ven mejoras inmediatas luego de semanas de implementar las siguientes recomendaciones:

• Establezca límites y recuerde que usted es el capitán del barco. Sus hijos se sentirán más seguros al saber que usted tiene el control del timón.
• Ofrezca a los niños un estilo de vida equilibrado lleno de lo que los niños NECESITAN, no sólo de lo que QUIEREN. No tenga miedo de decir "no" a sus hijos si lo que quieren no es lo que necesitan.
• Proporcione alimentos nutritivos y limite la comida chatarra.
• Pase por lo menos una hora al día al aire libre haciendo actividades como: ciclismo, caminata, pesca, observación de aves / insectos
• Disfrute de una cena familiar diaria sin teléfonos inteligentes o tecnología que los distraiga.
• Jueguen juegos de mesa como familia o si los niños son muy chiquitos para juegos de mesa, déjese llevar por sus intereses y permita que sean ellos quienes manden en el juego
• Involucre a sus hijos en alguna tarea o quehacer del hogar de acuerdo a su edad (doblar la ropa, ordenar los juguetes, colgar la ropa, desembalar los víveres, poner la mesa, dar de comer al perro etc.)
• Implemente una rutina de sueño consistente para asegurar que su hijo duerma lo suficiente. Los horarios serán aún más importantes para los niños de edad escolar. 
• Enseñar responsabilidad e independencia. No los proteja en exceso contra toda frustración o toda equivocación. Equivocarse les ayudará a desarrollar resiliencia y aprenderán a superar los desafíos de la vida,
• No cargue la mochila de sus hijos, no lleve sus mochilas, no les lleve la tarea que se olvidaron, no les pele los plátanos ni les pele las naranjas si lo pueden hacer por sí solos (4-5 años). En vez de darles el pez, enséñeles a pescar. 
• Enséñeles a esperar y a retrasar la gratificación. 
• Proporcione oportunidades para el "aburrimiento", ya que el aburrimiento es el momento en que la creatividad despierta. No se sienta responsable de mantener siempre a los niños entretenidos.
• No use la tecnología como una cura para el aburrimiento, ni lo ofrezca al primer segundo de inactividad.
• Evite el uso de la tecnología durante las comidas, en automóviles, restaurantes, centros comerciales. Utilice estos momentos como oportunidades para socializar entrenando así a los cerebros a saber funcionar cuando estén en modo: "aburrimiento"
• Ayúdeles a crear un "frasco del aburrimiento" con ideas de actividades para cuando están aburridos. 
• Esté emocionalmente disponible para conectarse con los niños y enseñarles auto-regulación y habilidades sociales:
• Apague los teléfonos por la noche cuando los niños tengan que ir a la cama para evitar la distracción digital.
• Conviértase en un regulador o entrenador emocional de sus hijos. Enséñeles a reconocer y a gestionar sus propias frustraciones e ira.
• Enséñeles a saludar, a tomar turnos, a compartir sin quedarse sin nada, a decir gracias y por favor, a reconocer el error y disculparse (no los obligue), sea modelo de todos esos valores que inculca.
• Conéctese emocionalmente - sonría, abrace, bese, cosquillee, lea, baile, salte, juegue o gatee con ellos.

Artículo escrito por el Dr. Luis Rojas Marcos Psiquiatra.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Expones a tus hijos en las redes sociales?

En este artículo del Huffington Post, se llama la atención sobre la exposición que sufren muchos menores a la redes sociales por parte de sus poco conscientes progenitores. 
No quiero que con ello se interprete que es con mala intención, nada más lejos. Lo importante es que tomemos conciencia de lo que supone publicar contenidos en Redes Sociales y las consecuencias que ello puede tener. 
Por ello también recomiendo el siguiente conjunto de pautas para el uso de las Redes Sociales. 

Tecnología=Comida basura?

En este artículo publicado en xataka.com, se otorga al uso de la tecnología la categoría de comida basura. 
Por ese motivo, los ejecutivos de Silicon Valley, pertenecientes a empresas tecnológicas, son extremadamente reticentes a que sus propios hijos hagan uso de dispositivos móviles y las aplicaciones que les impiden desarrollar ciertas habilidades esenciales para su desarrollo. 
Y tú, haces algo por tus hijos y por ti mismo en este sentido?

martes, 26 de junio de 2018

Riesgos de unos padres distraidos

Los teléfonos móviles acumulan multitud de incidentes de naturaleza desastrosa -accidentes mortales en automóviles, trastornos del sueño, pérdida de empatía, problemas en las relaciones, no darse cuenta ni de lo más estrambótico que tenemos en frente- que casi parece más fácil enumerar las cosas que no estropean que las cosas que hacen. Es posible que en nuestra sociedad estemos cerca de alcanzar la cima de la crítica a los dispositivos digitales.

Aún así, las últimas investigaciones denotan que hay un problema que no se ha tratado suficientemente. Tiene que ver con el desarrollo de los niños, pero no es lo que piensas. Más que a los niños pequeños obsesionados con la pantalla, deberíamos preocuparnos por los padres enganchados a sus pantallas.

Sí, los padres de ahora pasan más tiempo que nunca con sus hijos. A pesar del espectacular aumento en el porcentaje de mujeres que se incorporan al trabajo, las madres hoy en día pasan asombrosamente más tiempo cuidando a sus hijos que las madres en la década de 1960. Pero el tiempo compartido por padres e hijos es cada vez más de baja calidad. Los padres están constante y físicamente presentes en la vida de sus hijos, pero están menos sintonizados emocionalmente. Para ser claros, no soy indiferente a los padres en esta situación. A mis propios hijos adultos les gusta bromear que no habrían sobrevivido a la infancia si hubiera tenido un teléfono inteligente en mis garras hace 25 años.

Argumentar que el uso de pantallas por parte de los padres es un problema subestimado no debe descartar los riesgos directos que las pantallas representan para los niños: existen multitud de evidencias que sugieren que ciertos usos frente a una pantalla (especialmente aquellos que involucran imágenes de alta velocidad y ritmo o violentas) son dañinos para los cerebros jóvenes. Los niños preescolares de hoy en día pasan más de cuatro horas al día frente a una pantalla. Y, desde 1970, la edad media de inicio del uso "regular" de la pantalla ha pasado de 4 años a sólo 4 meses.

Algunos de los juegos interactivos más nuevos con los que los niños juegan en teléfonos o tabletas pueden ser más benignos que ver la televisión (o YouTube), ya que imitan mejor los comportamientos de juego natural de los niños. Y, por supuesto, hay adultos que hoy funcionan bien que sobrevivieron a una infancia adormecida en la que pasaron viendo contenidos basura. Aún así, nadie discute el tremendo coste de oportunidad que los niños pagan cuando están conectados a una pantalla: El tiempo dedicado a los dispositivos es tiempo que no se dedica a explorar activamente el mundo y a relacionarse con otros seres humanos.

Sin embargo, a pesar de toda la charla sobre el tiempo que los niños pasan frente a la pantalla, sorprendentemente se presta poca atención al uso de la pantalla por parte de los propios padres, que ahora sufren de lo que la experta en tecnología Linda Stone hace más de 20 años llamó "atención parcial continua". Esta condición nos está perjudicando no sólo a nosotros, como ha argumentado Stone; está perjudicando a nuestros hijos. El nuevo estilo de interacción paternal puede interrumpir un antiguo sistema de claves emocionales, cuyo sello distintivo es la comunicación receptiva, la base de la mayoría del aprendizaje humano. Estamos en territorio desconocido.

Los expertos en desarrollo infantil tienen diferentes nombres para el sistema de señalización diádica entre adultos y niños, que construye la arquitectura básica del cerebro. Jack P. Shonkoff, pediatra y director del Center on the Developing Child de Harvard, lo llama el estilo de comunicación "servir y regresar"; las psicólogas Kathy Hirsh-Pasek y Roberta Michnick Golinkoff describen un "dueto conversacional". Los patrones vocales que los padres de todo el mundo tienden a adoptar durante los intercambios con bebés y niños pequeños están marcados por un tono agudo, una gramática simplificada y un entusiasmo comprometido y exagerado. Aunque esta charla es empalagosa para los observadores adultos, los bebés no se cansan de ella. No sólo eso: Un estudio mostró que los bebés expuestos a este estilo de habla interactivo y emocionalmente sensible a los 11 y 14 meses sabían el doble de palabras a la edad de 2 años que los que no estaban expuestos a él.

El desarrollo infantil es relacional, razón por la cual, en un experimento, los bebés de nueve meses de edad que recibieron unas pocas horas de instrucción en mandarín de un ser humano vivo pudieron aislar elementos fonéticos específicos en el lenguaje, mientras que otro grupo de bebés que recibieron exactamente la misma instrucción a través de vídeo no pudieron. Según Hirsh-Pasek, profesor de la Universidad de Temple y catedrático de la Institución Brookings, cada vez más estudios confirman la importancia de la conversación. "El idioma es el mejor predictor del rendimiento escolar", me dijo, "y la clave para tener buenas habilidades lingüísticas son las conversaciones fluidas de ida y vuelta entre niños pequeños y adultos".

Por lo tanto, surge un problema cuando un texto, por ejemplo, o un registro rápido en Instagram interrumpen el sistema de señalización emocional entre el adulto y el niño, tan esencial para el aprendizaje temprano. Cualquiera que haya sido atropellado por un cochecito de niño conducido por un padre absorto en su smartphone puede dar fe de la ubicuidad del fenómeno. Una consecuencia de este fenómeno fue puesta de manifiesto por un economista que investigó un aumento en las lesiones de los niños a medida que los teléfonos inteligentes se hicieron más presentes en la sociedad. (AT&T implementó el servicio de teléfonos inteligentes en diferentes momentos y en diferentes lugares, creando así un intrigante experimento natural. Área por área, a medida que aumentó la adopción de teléfonos inteligentes, aumentaron las visitas a las salas de emergencia para niños). Estos hallazgos atrajeron la atención de los medios de comunicación sobre los peligros físicos que plantea la crianza distraída, pero hemos sido más lentos a la hora de calcular su impacto en el desarrollo cognitivo de los niños. "Los niños pequeños no pueden aprender cuando interrumpimos el flujo de conversaciones levantando el teléfono celular o mirando el texto que pasa por nuestras pantallas", dijo Hirsh-Pasek.

A principios de la década de 2010, los investigadores en Boston observaron a 55 cuidadores comiendo con uno o más niños en restaurantes de comida rápida. Cuarenta de los adultos se mostraban absorbidos por sus teléfonos en diferentes grados, algunos ignorando casi por completo a los niños (los investigadores encontraron que escribir a máquina y pasar el dedo eran más culpables en este sentido que tomar una llamada). Como era de esperar, muchos de los niños y niñas comenzaron a hacer llamadas de atención, que con frecuencia eran ignoradas. Un estudio de seguimiento llevó a 225 madres y a sus hijos de aproximadamente 6 años de edad a un entorno familiar y grabó en vídeo sus interacciones mientras cada padre y cada hijo recibían alimentos para probar. Durante el período de observación, una cuarta parte de las madres utilizaron espontáneamente su teléfono, y las que lo hicieron iniciaron un número sustancialmente menor de interacciones verbales y no verbales con su hijo.

Otro experimento rigurosamente diseñado, este realizado en el área de Filadelfia por Hirsh-Pasek, Golinkoff y Jessa Reed de Temple, puso a prueba el impacto del uso del teléfono celular de los padres en el aprendizaje de idiomas de los niños. Treinta y ocho madres y sus hijos de dos años fueron llevados a una habitación. Luego se les dijo a las madres que necesitarían enseñarles a sus hijos dos palabras nuevas (parpadeando, que significaba "rebotar", y enloqueciendo, que significaba "temblar") y se les dio un teléfono para que los investigadores pudieran ponerse en contacto con ellas desde otra habitación. Cuando las madres fueron interrumpidas por una llamada, los niños no aprendieron la palabra, mientras que los no interrumpidos si lo hicieron. Como nota irónica de este estudio, los investigadores tuvieron que excluir a siete madres del análisis, porque no respondieron al teléfono, "sin seguir el protocolo". ¡Bien por ellas!

Nunca ha sido fácil equilibrar las necesidades de los adultos y las de los niños, y mucho menos sus deseos, y es ingenuo imaginar que los niños podrían ser alguna vez el centro inquebrantable de la atención de los padres. Los padres siempre han dejado a sus hijos para entretenerse a veces solos. En algunos aspectos, el tiempo que los niños del siglo XXI pasan frente a las pantallas no es muy diferente del que empleaban con cuidadores en los que los adultos de generaciones anteriores han confiado para mantener ocupados a los niños. La reciente biografía de Caroline Fraser sobre Laura Ingalls Wilder, autora de La casa de la pradera, describe el estilo particular de crianza de los padres fronterizos del siglo XIX, que dejaban a los bebés frente a las puertas abiertas de los hornos para calentarlos dejándoles al mismo tiempo vulnerables a "todo tipo de accidentes, mientras sus madres trataban de hacer frente al resto de sus responsabilidades". La propia Wilder relató una variedad de cuasi calamidades con su hija pequeña, Rose; en un momento dado levantó la vista de sus tareas para ver a un par de ponis que saltaban sobre la cabeza de la niña.

La falta de atención ocasional de los padres no es catastrófica (e incluso puede crear resistencia), pero la distracción crónica es otra historia. El uso de teléfonos inteligentes se ha asociado con un signo familiar de adicción: Los adultos distraídos se vuelven irritables cuando se interrumpe el uso del teléfono; no sólo pasan por alto las señales emocionales, sino que en realidad las malinterpretan. Un padre enganchado puede dejarse llevar más rápidamente por la ira que uno comprometido, al interpretar que un niño está tratando de ser manipulador cuando, en realidad, sólo quiere atención. Por supuesto que separaciones cortas y deliberadas pueden ser inofensivas, incluso saludables, tanto para los padres como para los hijos (especialmente a medida que los niños crecen y requieren más independencia). Pero ese tipo de separación es diferente de la falta de atención que ocurre cuando un padre está con su hijo pero comunica a través de su falta de compromiso que el niño es menos valioso que un correo electrónico. Una madre diciéndole a sus hijos que salgan a jugar, un padre diciendo que necesita concentrarse en una tarea durante la próxima media hora - estas son respuestas totalmente razonables a las demandas competitivas de la vida adulta. Lo que sucede hoy en día, sin embargo, es que ha aumentado el cuidado interrumpido, gobernado por los pitidos y tentaciones de los teléfonos inteligentes. Parece que nos hemos tropezado con el peor modelo de paternidad imaginable: siempre presente físicamente, bloqueando así la autonomía de los niños, pero no presente emocionalmente de manera adecuada.

Arreglar el problema no será fácil, especialmente si se tiene en cuenta que se ve agravado por cambios drásticos en la educación. Más niños pequeños que nunca (alrededor de dos tercios de los niños de 4 años de edad) reciben algún tipo de atención institucional, y las tendencias recientes en la educación de la primera infancia han llenado muchas de sus aulas con lecciones muy bien escritas y una "charla de maestros" aburrida y unilateral. En tales ambientes, los niños tienen pocas oportunidades para una conversación espontánea.

Una buena noticia es que los niños pequeños están concebidos para obtener lo que necesitan de los adultos, y que la mayoría de nosotros descubrimos la primera vez que nuestra mirada distraída es sacudida por atrás por un par de manitas reprobadoras. Los niños pequeños harán mucho para conseguir la atención de un adulto distraído, y si no cambiamos nuestro comportamiento, intentarán hacerlo por nosotros; podemos esperar ver muchas más rabietas a medida que los niños pequeños de hoy vayan entrando a la escuela. Pero con el tiempo, los niños pueden darse por vencidos. Se necesitan dos para bailar tango, y estudios de orfanatos rumanos mostraron al mundo que hay límites a lo que un cerebro de bebé puede hacer sin una pareja de baile dispuesta. La verdad es que realmente no sabemos cuánto sufrirán nuestros hijos cuando no nos comprometamos.

Por supuesto, los adultos también están sufriendo las consecuencias de la situación actual. Muchos han construido su vida diaria alrededor de la miserable premisa de que siempre pueden estar trabajando, siendo padres, disponibles para su cónyuge y sus propios padres y cualquier otra persona que pueda necesitarlos, al mismo tiempo que se mantienen al tanto de las noticias, mientras que también recuerdan, de camino al coche que tienen que pedir más papel higiénico de Amazon. Están atrapados en el equivalente digital de lo que sería el ciclo de centrifugado.

Dadas las circunstancias, es más fácil enfocar nuestras ansiedades en el tiempo que nuestros hijos pasan frente a la pantalla que empaquetar nuestros propios dispositivos. Entiendo muy bien esta tendencia. Además de mis papeles como madre y madre de crianza, soy la guardiana materna de un perro salchicha de mediana edad y con sobrepeso. Siendo yo mismo de mediana edad y con sobrepeso, prefiero obsesionarme con la ingesta calórica de mi perro, restringiéndolo a una dieta sombría de croquetas fibrosas, que tratar mi propio régimen alimenticio y renunciar (Dios me libre) a mi panecillo de canela matutino. Psicológicamente hablando, este es un caso clásico de proyección: el desplazamiento defensivo de los propios fallos hacia otros relativamente inocentes. En lo que respecta al tiempo frente a una pantalla, la mayoría de nosotros tenemos que proyectar mucho menos.

Si podemos controlar nuestra "tecnoferencia", como la han llamado algunos psicólogos, es probable que encontremos que podemos hacer mucho más por nuestros hijos simplemente haciendo menos, independientemente de la calidad de su educación y del número de horas que les dedicamos. Los padres deben permitirse alejarse de la presión sofocante de ser todas las cosas para todas las personas. ¡Pon a tu hijo en un parque de juego ya! Deshazte de esa sensación de partido de fútbol permanente si te sientes así. Tu hijo estará bien. Pero cuando estés con tu hijo, cuelga el maldito teléfono.

Adaptación y traducción del articulo original de Erika Christakis que puedes ver en este enlace.
Traducido con la ayuda de https://www.deepl.com.


martes, 27 de febrero de 2018

Alternativas a la ESO

En este artículo comparto las notas del taller organizado por la Concejalia de Juventud del Ayuntamiento de las Rozas, con objetivo de orientar a jóvenes y padres sobre las alternativas y posibilidades que se abren después de finalizar la ESO.

Viendo las posibilidades, puede generarse cierta desorientación en los estudiantes, ya que de repente se abren muchos caminos entre los que elegir. En este artículo, se ofrece información para ayudarles en este proceso.

Si quieres ver los apuntes del taller pincha aquí

Espero que sea de utilidad para aquellos padres que buscan orientación.

viernes, 12 de enero de 2018

Yonkis de las redes sociales

Con este título se publicó este artículo en la edición impresa del lunes 10 de Enero de 2018 de el diario El Mundo.  De título y temática muy similar es éste otro artículo, en el que habla de 12 situaciones que deberíamos revisar para entender si nosotros o nuestros hijos podemos tener algún problema relacionado con el uso excesivo de la tecnología.


En este otro artículo (en inglés), el propio Sean Parker, presidente fundador de Facebook,  habla sobre el propio Facebook en estos términos: "Sólo Dios sable lo que está haciendo a la mente de nuestros hijos".

En dicho artículo se puede leer, que Parker afirma que las redes sociales enganchan deliberadamente a sus usuarios y pueden ser potencialmente perjudiciales para nuestro cerebro.

Parker ha pasado de ser uno de los fundadores de Facebook a una especie de objetor de conciencia de las redes sociales, diciendo que Facebook fue diseñado para explotar la vulnerabilidad humana, tratando de consumir la mayor parte de nuestra atención consciente.
Se puede ver el vídeo en este enlace. De igual manera, en este otro interesante vídeo se puede ver la noticia en la que en Fox News se hace eco de esta afirmación, criticando las afirmaciones de Parker y advirtiendo de la evidencia de que muchas empresas de Silicon Valley de las que salen estos productos, están haciendo daño a los jóvenes, entre otros motivos, por el tiempo que dedican a su utilización.

También menciona el efecto que tiene en el cerebro las interacciones con las redes sociales, provocando la segregación de dopamina como medio de engancharnos a la propia red. Esto ocurre cuando alguien comenta nuestras publicaciones o da un me gusta a nuestras fotos. Por este mismo motivo, también tienen millones de usuarios otras redes como Instagram.

En el caso de menores y adolescentes, el efecto puede ser impredecible, por lo que como padres, mi opinión es que debemos tomar consciencia de ello y entender su potencial peligro con objeto de prevenir y evitar efectos no deseados.